Caminar es algo que hacemos a diario sin darle demasiadas vueltas. Vamos de aquí para allá, con prisas o sin ellas, pero pocas veces nos paramos a pensar si lo estamos haciendo bien. Y sí, aunque suene raro, hay una forma correcta de andar. Saber cómo caminar correctamente puede marcar la diferencia en tu salud, tu forma física y hasta en cómo te sientes a lo largo del día. Vamos a ver juntos cómo mejorar tu forma de andar para que sea más eficiente, cómoda y beneficiosa.
Caminar bien no es sólo ir tirando los pies. Para andar como Dios manda, lo primero es fijarte en tu postura. Mantén la cabeza recta, sin ir mirando al suelo todo el rato, y el mentón un pelín metido, como si quisieras alargar el cuello. Nada de ir encogido. Los hombros, relajados, y el pecho, abierto pero sin exagerar. Piensa que alguien te tira suavemente desde la coronilla con una cuerda invisible. Así mantendrás una correcta postura sin rigideces.
El cuerpo tiene que ir recto, ni echado para adelante ni hacia atrás. Activa los músculos del core, que son los del abdomen y la zona baja de la espalda. Eso te da equilibrio y estabilidad. Y los brazos, que se muevan de forma natural, sin forzarlos, con los codos un poco doblados. Nada de llevarlos pegados al cuerpo o colgando como si no fueran tuyos.
En cuanto a la velocidad, tú marcas el ritmo. Lo importante es que te sientas cómodo, que puedas hablar sin ahogarte. Si estás en plan fitness, puedes darle un poco más de caña, pero siempre manteniendo la técnica.
La forma ideal de pisar al caminar es empezar con el talón, luego apoyar toda la planta y acabar con un pequeño impulso desde la punta. Este orden reparte la presión del cuerpo de forma más equilibrada, lo que evita sobrecargas y reduce el riesgo de lesiones.
No arrastres los pies ni vayas de puntillas. Eso solo genera tensión en las piernas y te puede dar problemas en la espalda o en los tobillos. También es clave llevar unos buenos zapatos, que se adapten bien al pie, con buena amortiguación y suela flexible. Nada de andar con calzado incómodo, que luego vienen los males.
Una forma sencilla de saber si caminas bien es escuchando a tu cuerpo. Si después de andar te duele la espalda, las rodillas o los pies, algo está fallando. Puede ser la posición, la forma de pisar o incluso el calzado que usas.
Observa si tus hombros se van para adelante o si la cabeza la llevas muy baja. También fíjate en cómo mueves los brazos. Si los llevas tiesos o cruzados, no estás dejando que tu cuerpo fluya con el movimiento natural.
Otra buena idea es grabarte o mirarte en un espejo andando. Ahí verás si mantienes una buena postura o si hay que hacer algún ajuste. Y si te quedas con dudas, siempre puedes acudir a un fisio o un entrenador que te eche un cable.
Si ves que tu forma de andar no es la ideal, no te agobies. Aquí van unos trucos para corregirla:
Caminar bien, con buena técnica y constancia, es una maravilla. Estos son algunos de sus beneficios:
Todo esto sin necesidad de ir al gimnasio ni de gastarte un dineral. Solo necesitas ganas y un buen par de zapatos.
Puede que nunca te lo hayas planteado así, pero caminar como deporte es una opción estupenda para ponerte en forma. No necesitas más que ropa cómoda, ganas y constancia. Puedes ir a tu ritmo, subir cuestas, cambiar de ruta o incluso andar con bastones tipo nórdico si te mola.
Además, es una actividad que cuida tus articulaciones, ideal si tienes alguna lesión o simplemente no te gusta correr. Y si lo haces con buena técnica, activas todo el cuerpo y quemas calorías como si hicieras cardio suave.
Lo mejor es que puedes hacerlo solo, con amigos, con tu pareja o incluso mientras escuchas música o un podcast. Vamos, que no hay excusas.
Como fisioterapeutas, sabemos qué debes hacer para caminar y mantener una buena salud:
Como ves, aprender cómo caminar correctamente no es cosa de expertos ni de atletas. Es algo que puedes empezar hoy mismo, con pequeños cambios y un poco de atención. La clave está en la técnica, en cuidar la postura y en hacerlo con gusto.
Así que ya sabes, la próxima vez que salgas a dar un paseo por el barrio o por el Retiro, recuerda que no se trata solo de moverse… sino de moverse bien. Tu cuerpo, tus huesos y tu cabeza te lo van a agradecer, ¡y mucho!
¿Te animas a andar de verdad bien?
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