Sufrir un desgarro muscular en el muslo puede ser una experiencia dolorosa y frustrante. Ya sea que practiques fútbol, corras, entrenes en el gimnasio o simplemente hayas hecho un mal movimiento, esta lesión puede limitar tu movimiento y alterar tu rutina diaria. Pero ¿sabes realmente cómo tratar y recuperar un desgarro muscular en el muslo y evitar que vuelva a ocurrir?. Empecemos por el principio.
Un desgarro muscular —también conocido como rotura de fibras— ocurre cuando las fibras que componen un músculo se rompen parcial o completamente. En el caso del muslo, los más afectados suelen ser el cuádriceps (parte anterior), los isquiotibiales o la parte posterior del muslo, y en ocasiones el gemelo o la pantorrilla.
A menudo se confunde una distensión muscular con un desgarro. La distensión es una elongación excesiva del músculo sin llegar a la rotura, mientras que el desgarro implica una ruptura real de las fibras, con dolor, hinchazón y pérdida de fuerza muscular.
 
Las causas del desgarro muscular son variadas, pero casi siempre hay un denominador común: el exceso de esfuerzo. La sobrecarga muscular, la falta de calentamiento, los cambios de dirección bruscos o un traumatismo directo son factores que predisponen a la lesión.
Otros factores de riesgo incluyen:
En deportistas, los movimientos explosivos —como sprints o saltos— pueden causar una rotura de fibras súbita, especialmente en el cuádriceps o los isquiotibiales.
No todos los desgarros del muslo son iguales. La localización de la rotura de fibras influye tanto en el tipo de lesión como en su tiempo de recuperación y tratamiento.
Afecta principalmente al cuádriceps, un grupo muscular que se encarga de extender la extremidad inferior y participar en la marcha y la carrera. Suele producirse por una contracción brusca del músculo durante un esfuerzo repentino, como un sprint o un disparo al balón en el fútbol.
Síntomas comunes:
El tratamiento incluye reposo, compresión, elevación, aplicación de hielo y, posteriormente, una rehabilitación enfocada en recuperar la fuerza muscular y la función del músculo sin provocar recaídas.
Este tipo de lesión compromete los isquiotibiales, situados en la parte posterior del muslo, responsables de flexionar la rodilla y extender la cadera. La rotura se produce frecuentemente por una elongación excesiva o un desequilibrio entre fuerza y flexibilidad.
Síntomas característicos:
La rehabilitación suele requerir más tiempo que en el caso del cuádriceps, ya que los isquiotibiales participan en muchos movimientos de alta exigencia. Un fisioterapeuta guiará el proceso de recuperación y adaptará la rutina de ejercicios para mejorar la flexibilidad y reducir el riesgo de lesiones futuras.
Los síntomas del desgarro muscular varían según el grado de gravedad de la lesión, pero los más comunes son:
Si sientes alguno de estos síntomas tras una actividad física intensa, acude a una clínica o médico traumatólogo para un correcto diagnóstico mediante exploración y, si es necesario, una ecografía o resonancia magnética.
Los tipos de desgarro muscular se clasifican según la cantidad de fibras afectadas:
El tiempo de recuperación dependerá del tipo de lesión y de la respuesta individual del cuerpo, pero también del cumplimiento del tratamiento indicado por el fisioterapeuta.
El tratamiento inicial busca reducir el dolor y la inflamación. En la fase aguda se recomienda el método RICE (por sus siglas en inglés):
Además, pueden recetarse analgésicos o antiinflamatorios bajo supervisión médica. En casos severos, puede ser necesaria una cirugía para reparar la rotura completa del músculo o del tendón.
 
Una vez controlada la fase aguda, comienza la rehabilitación. Aquí el objetivo es recuperar la fuerza muscular, la función del músculo y su flexibilidad sin provocar una nueva lesión.
El fisioterapeuta guiará el proceso de recuperación con una rutina de ejercicios progresiva que puede incluir:
El tiempo de recuperación varía: un primer grado puede resolverse en 1-2 semanas, mientras que un tercer grado puede requerir varios meses y sesiones de fisioterapia continuada.
La prevención es la mejor herramienta para evitar recaídas. Algunos consejos clave son:
Un cuerpo fuerte, flexible y equilibrado tiene menos riesgo de lesiones y se recupera mejor ante cualquier tipo de lesión.
 
Tratar un desgarro muscular en el muslo requiere paciencia, tratamiento adecuado y rehabilitación constante. No se trata solo de aliviar el dolor, sino de recuperar la función muscular completa y evitar nuevas lesiones.
Recuerda: ante cualquier dolor repentino o traumatismo, busca un correcto diagnóstico con un médico traumatólogo o un fisioterapeuta. Con el reposo, la compresión, la elevación y una rutina de ejercicios bien dirigida, podrás volver a tu actividad habitual sin secuelas y con un muslo más fuerte que antes.
 
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