Quizás te suena eso de “hay que fortalecer el core”, pero no tienes claro qué es el core ni por qué todo el mundo insiste tanto en entrenarlo. Lo curioso es que, aunque no lo veas, el core está presente en casi todo lo que haces: cuando te agachas a atarte los zapatos, al levantar una bolsa del suelo o incluso al estar de pie durante horas. Y sin embargo, es uno de los grandes olvidados… hasta que aparece el dolor. Sobre todo en la zona lumbar.
Desde la fisioterapia, sabemos que gran parte de los dolores de espalda, desequilibrios posturales o molestias al hacer ejercicio tienen algo en común: un core débil o mal coordinado.
Cuando hablamos de core no hablamos solo de abdominales. Nos referimos a un sistema de músculos profundos que trabajan juntos para darte estabilidad: transverso del abdomen, multífidos, suelo pélvico, diafragma… Suena técnico, lo sé. Pero piensa en ellos como los cimientos de una casa. Si no están firmes, todo lo que construyas encima tiembla.
El core tiene una función muy concreta: estabilizar. No mueve, sino que permite que otros músculos se muevan con seguridad. Es el centro de control del cuerpo, el que protege tu columna y da soporte a tus gestos diarios. Sin un core que funcione bien, todo cuesta más. Te fatigas antes. Te haces daño sin saber cómo.
Aquí viene una aclaración importante: el core no se trabaja haciendo mil abdominales clásicos. De hecho, eso puede ser hasta contraproducente si tienes debilidad lumbar o problemas de postura.
Los ejercicios que realmente activan el core son más sutiles, más profundos. Requieren atención y control. Algunos de los que más utilizamos en consulta son:
Lo importante no es tanto el ejercicio, sino cómo lo haces. Porque el core no entiende de repeticiones: entiende de control.
Fortalecer el core implica reaprender a moverse. No es solo “ponerse en forma”, sino enseñar al cuerpo a coordinarse mejor desde dentro.
Por eso, cuando alguien llega a Cerro Prieto con dolor lumbar crónico o tras una lesión, lo primero que hacemos es evaluar cómo se activa su musculatura profunda. No sirve de nada tener fuerza si no hay control.
El proceso suele incluir:
Y sobre todo, constancia. Porque el core no se entrena a base de esfuerzo, sino de precisión.
Podríamos resumirlo así: el core te sostiene. Literalmente. Es el que permite que te muevas sin que la espalda sufra, el que da estabilidad cuando corres, saltas o simplemente caminas. Y es también el que te protege cuando levantas peso o haces giros.
Cuando el core funciona bien, todo fluye. La postura mejora, desaparecen esas molestias difusas, el cuerpo se siente más ágil. Y lo más importante: aparece esa sensación de seguridad, de que puedes confiar en tu cuerpo otra vez.
En muchas ocasiones, el dolor lumbar no se debe a un “problema en la espalda” sino a una falta de control desde el centro. Si crees que este puede ser tu caso, o simplemente quieres fortalecer tu cuerpo desde la base, en Cerro Prieto podemos ayudarte.
Trabajamos con planes de ejercicio terapéutico individualizados, basados en valoración funcional y guiados por fisioterapeutas especializados. Porque no se trata de hacer más, sino de hacerlo mejor.
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